lunes, 18 de enero de 2010

MI CUARTO KG CHOPED

Me he pasado el ultimo fin de semana de navidad, de canguro de mi sobrina.

Casi 1 año de tirabuzones (juas juas).


Me he dado cuenta de mis habilidades y mis enormes carencias. Por ejemplo, confundo todo el rato un cuento con otro, de tal modo que tras 35 minutos de película de La Bella Durmiente, desistí de esperar la aparición de los 7 enanitos.

Por otro lado, jamás pensé que podría tener habilidad para contar cuentos. Realmente no la tengo, pero a mi sobrina le encanta oír que Aladino era un chico muy pobre que vivía en Granada y que se encontró con un señor con bigote que vendía artículos robados, que le dio un billete de 20 euros e hizo muy feliz a Aladino, que ese día se pudo merendar un bocadillo de chorizo.


Mi sobrina me mira absolutamente absorta mientras Aladino frota la lámpara del Ikea y aparece un genio, que en realidad es el responsable de Atención al Cliente, así que después de esperar una cola de 45 minutos, Aladino pide al “genio” un plato de macarrones con tomate y un iPod.

¿Y por qué no? Si en todos los cuentos, en la página 2 muere alguien para ir acostumbrando a los niños a conceptos como la muerte, por qué no irles acostumbrando a conceptos como el “dolor”, la “impotencia que te provoca Telefónica y/o Iberia”, “desesperación”…


Ya con los padres en casa, mi querida sobrina no hacía más que pedir el cuento de Aladino.
Mi hermana se lo cuenta así, a pelo, sin actualizar, introduciendo palabras como “palacio” en vez de “chalete”, o "sultán" en lugar de “director de banco”. Mi sobrina le mira con el entrecejo arrugado.

Papá… no… Aladino no quiere un palacio, Aladino quiere un coche "decapotable"… y mi hermana me mira de reojo sin atreverse a preguntar...

No hay comentarios: